miércoles, 3 de junio de 2009

José Millet Autobiografía del Caribe desde Santiago de Cuba

 

El autor, con camisa blanca y sonriente, a la izquierda  del Dr. J.J Arrom y juntos con Rodolfo “Fifi” de la Fuente. Puerto Rico.1990.

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Historias de colibrí (Autobiografía de urgencia)

                                                                                                 Por José Millet

              Yo sueño con los ojos

               Abiertos, y de día

               Y noche siempre sueño.

                                         J. Martí

La circunstancia de estar en “tierra foránea”—como reza la “E” colocada ante el número de mi cédula de identidad-- obliga al atrevimiento por aportar información acerca de lo vivido; se refuerza, cuando estamos próximos a cumplir seis décadas de existencia. Voy a concentrarme en proporcionar la referida a la vida del espíritu, que es la que debe interesar mejor a los interlocutores de mis envíos habituales. El interesado en ampliaciones acerca de la producción intelectual, puede buscar mi nombre y apellido en el buscador Google y listar lo publicado en la web, en la cual sólo podrá percatarse de las publicaciones ligeras incluidas allí, salvo el texto original del libro La Guinea, barrio afrocaribeño de Coro (Coro, 2007) y uno que otro relacionado sobre la vida de Alí Primera, en los que vengo laborando desde hace algún tiempo. Según había calculado, tempranamente, guiándome por la estrella del poeta romántico José María Heredia y Heredia (Santiago de Cuba, 1803; Toluca, 1839) mis huesos debieron haberse hecho polvo y esparcido al viento desde hace ya bastante tiempo, por lo que, real y sinceramente, me siento algo así “como que prestao”, por lo que he batido las alitas de pajarillo juguetón para echar un poco de ese polvo a las cuatro direcciones del universo con la intención expresa de adentrarme un poco en mis memorias y dejar testimonio de lo andado, por si a alguien resulta de utilidad. Cuando uno está en el campo de Marte, que así interpreto la vida, y ve que los fogonazos le caen cerca mientras se avanza, uno apura el camino, con la vana pretensión de escapar al mal momento que pueda presentársele al ser alcanzado por algún disparo. Y eso es lo que he pretendido en los últimos tres años: el dibujo de algunos seres queridos con los que marché acompasadamente durante mucho tiempo y de los que aprendí que no hay que apurar el buen vino, sino preferir dejarlo pasar antes de un seguiste profundo y benefactor. De cualquier modo, pienso como vivo: escribo como dicta el corazón, más que palabras rebuscadas para conseguir efecto, que no persigo ninguno, porque la majestad de la sombra del tiempo me cobija, mejor que el frescor de cualquier arboleda que me sirviera de refugio.

 

Si hablo de batir de alas es porque esta imagen se ajusta a como he llevado las cosas en estos años vividos: con la exactitud del pico que ha querido extraer la miel de la flor, sin dañar sus pétalos. Precisión y cuidado al hacer la tarea, más que apuro por conseguir lo que me haya impuesto en cada sitio y circunstancia en que me he encontrado. Lo de urgencia no viene dado por el tiempo que se nos escapa de la mano sin que podamos evitarlo; ni de la necesidad de decir lo silenciado en mejores tiempos en que los papeles estaban a mano y las fuentes personales dispuestas a aportar el dato que pueda ahorita escaparse, sino más bien porque el hecho reclama su momento y el de relatar lo acontecido me ha reclamado la pluma, como para que no dilatar más lo que debió haberse dejado escrito en el pasado. El colibrí es el pájaro-flor que no descansa y así he sido yo: puro nervio concentrado en la tarea del momento; músculo dilatado dispuesto a la batalla que hay que dar en el momento preciso, no antes ni después; pico afilado para llevar a la gente lo que la Naturaleza tardó milenio en levantar como monumento digno de contemplarse y disfrutar. Los hombres son una pasión inútil; los animales y las plantas, cuando se conjugan armoniosamente como mi pajarillo y su flor, la evidencia más brillante y duradera de la inteligencia que preside la vida en el cosmos y en este planeta azul en que nos tocó vivir. La mía es una vida más de las que llevan por doquier el resto de los mortales; su interés, a lo sumo, consiste en que me tocó vivirla en un tiempo de cambios en que se afectó la médula de las cosas que nos involucran a todos, casi por igual, a nivel del mundo. Por eso, tal vez, mi experiencia y las ideas que puedan extraerse del relato, puedan serles útiles a muchos otros seres humanos que coexisten con nosotros sin que sepamos valorarlos y mucho menos situarlos en el lugar que merecen o se han ganado.

 

1.- El tsunami que nos eleva: Tiempos de Revolución.

 

No había cumplido 10 años cuando, en compañía de mi hermano mayor, fuimos a recibir a las tropas del Ejército Rebelde que rodeaban la ciudad de Holguín, en uno de cuyos dos barrios principales de gente pobre y negra me partió Josefa Noris, una vieja negra que rebosaba de cariño y alegría de vivir. Lo hizo en el centro de la sala y, al médico certificar por pulso el haber nacido ese 28 de enero, me valió llevar por nombre el de José. Al entrar las tropas a la ciudad, me sumé a la mar de pueblo que atacaba las instalaciones del gobierno tiránico de Batista que se derrumbaba ante el impacto de las armas insurrectas. Me impresionó el mar de sombreros de yarey que inundaba todo y se enfrentaba a las huestes en retirada y pánico de los “Tigres de Mansferrer”, que las repelía a tiros en algunas calles.

 

Varios después, una persona allegada me contó de su asistencia al fusilamiento del padre de la novia que tenía en la cuadra del barrio: el cabo de la Policía batistiana se había disfrazado de mujer para escapar a la justicia y cayó en manos de los Tribunales Revolucionarios a los que testimoniaron toda la gente a la que había torturado o asesinado aquel esbirro. Mi noviecita “mulatica” no sabía cómo explicar la historia que estaba estremeciéndonos a todos, de los cimientos a la cabeza: la hija del fusilado era nuestra compañera de clases. En esos precisos días, cuando fui a visitar a mi abuela “Cacha”, que había sido colaboradora del Ejército Libertador Mambí, presencié cómo un soldado se vio obligado a matar a un perro rabioso que echaba fuego por los ojos, como la imagen misma de un régimen que había acabado con la vida de muchos jóvenes simplemente porque se le oponían. Mi abuelita nos dio explicaciones que no alcancé a comprender, si no mucho tiempo después.

 

A pesar de los cambios, los que ocurren en la conciencia de la gente no se perciben sino “siglos” después: mi madre murió sin aceptar que mi hermana Maricel y yo nos hubiéramos casado con “gente  de color”, a pesar de que el color de su piel era absolutamente cobriza, como la de una buena “india” como lo fue toda su puta vida. Para colmo de males, el penúltimo de nuestros hermanos salió con un color de piel realmente envidiable: le seguimos llamando El Negro y esa pigmentación no se diluye tan fácilmente con ningún químico como ella hubiese querido. También tenemos otros hermano—del segundo frente de nuestro padre—a quien conocimos siendo ya todos mayorcitos y se nos presentó con el mismo “problemita” pigmentario. Estrategias de la Genética en su burla con la estúpida moral que nos acaricia aterciopeladamente y se resiste a dejar camino al concepto del hombre real, libre y pleno con que soñamos los idealistas. Este hermanastro nuestro (tal es la gruesa connotación peyorativa dada por el prejuicio a los vástagos “espurios”) a quien cariñosamente lo sobre moteamos como Michi, participó como combatiente en la guerra de Angola y posee muchos de los rasgos de carácter y valores éticos de nuestro padre, por lo que, como es natural, lo tenemos en la misma escala de afecto que al resto de nuestros hermanos.

 

Pronto los cambios se dejaron ver en la parte más sensible de la gente que nos rodeaba: la mujer se integró al trabajo; se desató una fiebre en todos por irse a estudiar becado, sobre todo a La Habana y las tristes prostitutas que pasaban escondidas, por el final del Callejón donde nací, al prostíbulo del barrio, desparecieron, como el mismo local adonde se daban citas diarias para el ejercicio de este comercio del sexo y de la carne. Como la buena lógica induce a no hablar de tabúes, me permito reseñar que la dueña de aquella “casa de citas” crió tres nietas que, luego del triunfo de la Revolución se hicieron profesionales y son un digno modelo de lo logrado por ésta en materia de educación y formación de valores perdurables y buenos.

 

2.- En alas de la familia me vea

 

Mi infancia se desenvolvió en el seno de una familia pobre: mi madre era hija de un peón de labranza; se dedicó por mucho tiempo a servir en casa de árabes como doméstica, hasta que mi padre la raptó y se la llevó a vivir a la finca de su padre, ubicada en un sitio que llaman Mayabe. De mi padre adquirimos todos una rígida voluntad de sacrificio ante el trabajo, preceptos morales fijos y un modo muy liberal de encarar la vida en sociedad, en lo que respecta a la política, con la que no comulgaba en absoluto. Mi madre era extremadamente sencilla en cada una de sus cosas y aguazadamente espiritual en el sentido llano de nuestro pueblo: todo lo relacionaba con el mundo de los espíritus, con los que conversaba cotidianamente y se valía de ellos para hacer curaciones a los vecinos. A diario le hacían cola para atender a la población infantil, cuyos quebrantos componía con la técnica de imposición de manos. No cobraba un céntimo por estas “obras de caridad” y mi padre a menudo se burlaba de estas facultades chamánicas, de modo que la contraposición entre el inmigrante francés—jovial, pero mordaz en sus juicios sobre la “clarividencia” de su esposa—y el contacto permanente con el mundo sobrenatural en que se desenvolvía nuestra madre, marcarían definitivamente mi carácter y, de cierta forma, mi visión del mundo.

 

Pero lo que menos pensaría entonces era que el estudio del espiritismo se iba a convertir en una de mis pasiones al punto de convertirme en uno de los pocos especialistas en estos asuntos surgidos del seno de una Revolución con diáfana posición materialista. La sola descripción de la relación con mi madre serviría para elaborar un enjundioso estudio: mi formación marxista-leninista “chocaba” violentamente con la mentalidad familiar y, sobre todo, con la de los vecinos quienes, en su mayoría, participaban de su mundo, aunque en varias etapas todos tuvieran que ocultarlo como mecanismo de defensa frente a una intolerancia injustificada de parte del establisment. Las raíces de esta contradicción deben buscarse en la confrontación surgida entre la Revolución y la Iglesia católica que se le enfrentó desde el inicio mismo de aquel profundo y radical proceso de cambios en todas las esferas de la vida social.

 

No alcancé a conocer a mi abuelo paterno Jean Charles Millet, sino a través del testimonio de algunos de sus hijos. Mi hermana Rosa proporciona un retrato suyo como el de una persona de poco hablar y mucho actuar, apegado al trabajo de teneduría de pieles que tenia en unión con otros inmigrantes franceses, entre quienes alcancé a conocer a la familia de los Laffitte y, muy especialmente, a la de los Sondón, íntimamente vinculada a la nuestra. Era la casa de éstos una amplia de madera, ubicada en la intersección de Narcizo López con Coliseo, donde justamente se curtían las pieles; en ella radicaba el Consulado Honorario de Francia. He publicado en un blog un interesante artículo aparecido en un suelto del diario regional Ahora¡ en torno al alcance de esta inmigración, que dejó huella profunda en la comarca, aunque ha pasado inadvertida. Esta casa, lamentablemente, fue destruida, igual que las instalaciones de procesamiento artesanal de pieles y, en su lugar, construyeron un conjunto de feos edificios de hormigón en uno de los cuales vivió Faustino Oramas “El Guayabero”, muy vinculado a mi imagen del artista popular, trashumante y de profundo sentido del humor, que vi siendo niño en los negocios de mi padre.

 

Los tabaqueros han contribuido a mi formación como pocos tipos humanos. Mi tío Luis, El Sordo, me abrió horizontes inimaginables con sus pláticas interminables y también lo hizo un viejo negro y espigadísimo, Diego Antonio Silveira, gran amigo de mi padre, quien venía  de rutina, cada día, a beberse la tarde, con sorbos de aguardiente de caña “Cinco Años” que le servíamos los hermanos, mientras nuestro padre disfrutaba de un respiro en su prolongada jornada de trabajo, que se prolongaba desde las seis de la mañana hasta pasadas las doce de la noche. Formaba parte del paisaje familiar, porque corría con mucha frecuencia conmigo por los accidentes sufridos: sea una herida en un pie o una rajadura a causa de una piedra o aun un ladrillo estrellado en la cabeza. Y no exagero en nada.

 

3.- Entre deberes escolares y la Naturaleza.

 

Mi vida como escolar se vería arrastrada como en la cresta de un arco iris de promociones de notas sobresalientes, que me hicieron saltar dos grados, casi a seguidas. Yo no estudiaba: llegaba a casa, lanzaba los cuadernos a un lado y me descalzaba para irme de inmediato a mataperrear por el barrio. Parece que “Algo”—el Todopoderoso, diría mi madre—había colocado en mi cerebro facultades intelectivas que permitían bastarme con lo captado en clase, donde sí prestaba atención, a pesar del hiperkinetismo que me recorría normalmente en cada instante y cosa. Pronto descubrí que yo era extremadamente sensible a la naturaleza, a animales y plantas, y a diario escapaba con los amiguitos a bañarme en un río distante unos kilómetros del barrio, en una poza profunda que llamaban la de El Caimán. Mis primeros versos, escritos en papel traza, reflejaron el asombro ante animalejos que “descubría” en las cristalinas aguas del río y que creía seres sobrenaturales, como El Güije o jigue. El patio de la casa familiar, lo llené de curieles o conejillos de Indias, a los que alimentaba con enormes pacas de hierba fresca que cortaba a diario. Me extasiaba viendo nadar las biajacas de río que echaba en el pozo, uno de mis sitios secretos para el escape. Todos recuerdan la “gallina de Purry” (éste era uno de mis sobrenombres), famosa porque nadie la podía tocar, menos para llevarla a la cazuela. Igual comportamiento lo experimentó un hermano cuando quiso cortar una planta espinosa que nació justo a la entrada de la casa y que me empecinaba en que no podía ser talada. En clase, me impactó la lectura de El Quijote, cuyo famélico personaje me ha acompañado desde entonces al presente y que siempre he creído se ha encarnado en mí, sin que yo nunca lo hubiese podido evitar…

 

4.- La roja insignia del coraje.

 

La revolución me sorprendió a los 11 años (1961) en mi pretensión de convertirme en soldado del Ejército de Alfabetizadores “Conrado Benítez”, en cuya compaña participé a contrapelo de la opinión de mis padres que me consideraban “El Loquito” de la familia, por mis constantes zambullidas en las peligrosas aguas del río crecido y otras travesuras que dibujaron mi esquelético cuerpo en un mapa de cicatrices. En la secundaria me destaqué en el juego de fútbol y mis compañeros de equipo, encabezado por el santiaguero Felipe Lamoglia, me pusieron Caballo Loco, por la arremetida e impulsividad con que acometía al adversario. Alos trece años me gané la militancia en la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), a fuerza de movilizaciones voluntarias a la agricultura, mi incorporación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), las Patrullas Juveniles y el fusil al hombro, como miembro de un “Batallón de Combate”, en calidad sucesiva de zapador, morterista 82 mm o simple fusilero; a esa misma edad, quise ingresar en la AJR, hasta llegar a la Granjita de Bayamo donde me rechazaron por “penco” (enclenque) y pasé la primera Escuela Básica de instrucción Revolucionaria, a la cual siguieron otras—siempre de nivel superior-- en que me permitieron el encuentro “infantil” con la Filosofía, que me marcaría para siempre. La “concepción materialista” de la historia, de la sociedad y del hombre luego supe que tenía, desde entonces, un calificativo: soviética. Pero aun así, lo importante consistió en que me descubrí en una vocación por el pensar como modo de vida y atenazar permanente del espíritu.

 

Ahora en que me he visto privilegiado con la presencia aquí en Venezuela a mi hermana mayor, le he comentado que, en el libro  Robert Kennedy ante el Congreso que circuló en Cuba a mediados de los sesenta, vi una fotografía tomada por un U-2 en que aparecían los cohetes de la base cercana a la escuelita ubicada en La Barrigona, donde ella impartía clases. Ni ella ni yo lo sabíamos, como estaba ajeno en la trinchera de lo próximo que estuvimos de una conflagración mundial mientras permanecíamos agazapados en tierra, al pie de las antiaéreas o cerca de la costa, mientras las naves del Norte se cerraban en un férreo bloqueo aero-naval.

 

Fui dirigente juvenil comunista durante varios años y, en tal condición, afronté la “oposición interna” en todos los frentes en que se manifestaba, de lo cual conservo como recuerdo una herida sufrida en el arco superciliar derecho proporcionada por el impacto de un “codo” de tubo de acueducto que me arrojaron, el día en que fueron expulsados de Cuba los “curas falangistas” y luchamos contra la juventud católica en las calles. La que luego sería la madre de mis hijos, estudiaba en una de esas escuelas “de curas y monjas”. Todos andábamos armados; yo, con dos pistolas encima. Era lo normal en aquellos “años duros” en que “la cosa” no era un juego ni mucho menos mantequilla: la contrarrevolución te podía asesinar, fácilmente, como lo hicieron con el joven cuyo nombre—Manuel Ascunce Domenech-- llevaban la Brigada de lucha contra la “noche” o analfabetismo que mencioné, a la que me incorporé. Nada más parecido a una guerra civil, en lo que respecta al enfrentamiento de cubano contra cubano.

 

5.- Accidentes en la vía de los cambios…

 

En octubre del 63, se inscribieron “en la línea de la mano izquierda” dos hechos que marcarían mi vida: el primero salvar la vida “en uñas de buen caballo” al ser sorprendidos— cubanos y haitianos juntos—por las ráfagas mortales del ciclón “Flora” en plena recogida de café en las estribaciones de lo más profundo de la Sierra Maestra; fuimos evacuados luego de que el río alrededor del cual nos habíamos refugiado, desplomó cerros y empezó por escalar la segunda planta de la casa del dueño de la finca donde recogíamos el preciado grano. Cuando amainó la catástrofe, volvimos a las montañas para reconstruir todo lo destruido y participamos en el intervención de esas propiedades agrícolas donde habíamos estado albergados juntos con sus dueños y peones caribeños. El segundo hecho, fue marcado por el chofer del camión de guerra donde éramos trasladados un grupo de jóvenes de Holguín a Santiago de Cuba: ese chofer se durmió y nos estrellamos contra una alcantarilla, al pie de la carretera, a la salida de Bayamo. Yo había falsificado la firma de mis padres para ir a estudiar “armas estratégicas” en la Unión Soviética. Desde entonces cargo el trauma de la región lumbo-sacral afectada por el accidente, lo cual no me impidió—años más tarde—irme a estudiar al Instituto Técnico Militar (ITM), en la Habana, junto con camaradas que habían concluido los estudios generales conmigo en la Secundaria Básica “José Martí”. No me admitieron, pero aun así ingresé primero en el Instituto Pre-universitario “Carlos Marx” y, finalmente, en el militar  “Héroes de Yaguajay”, donde ocupé varios cargos políticos y militares, y participé en numerosas movilizaciones militares en mi condición de artillero anti-aéreo 137 mm primero y 157 mm (electrónico) después.

 

6.- La universidad: la fragua de ideas y sentimientos encontrados.

 

En 1968 me fui a estudiar la Licenciatura en Lengua y Literatura en la Universidad de Oriente; es la época en que fundamos la Columna de Escritores y Artistas de Oriente, conozco a poetas y escritores de la talla de Luis Díaz Oduardo (Jiguaní,1947-Santiago de Cuba,1980), Waldo Leyva Portal (Remates de Ariosa,1943-), Juan Leyva Guerra (Manzanillo,1938), Jorge Luis Hernández Macías (Alto Songo, 1946-Santiago de Cuba, 2004), Augusto de la Torre (Pinar del Rìo,1938-) y el Viejo José Soler Puig (Santiago de Cuba,1916-1996), primer premio Casa de las Américas (1960) con su novela Bertillón 166. También a los escultores Alberto Lescay Merencio y Guarionex Ferrer  (Santiago de Cuba,). Es época de mi primera vinculación con la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) a cuya Asociación de Escritores y Asociación de Radio, cine y Televisión ingresaré más adelante, con el Taller Cultural (1976),sede matriz de la futura Casa del Caribe junto con el Cabildo Teatral Santiago y de trabar contacto con poetas de la talla de Cintio Vitier, Fina García Marruz y Eliseo Diego, a quienes invitábamos a los eventos que organizábamos entonces en Oriente. En los dos Encuentros de Escritores Orientales presento ponencias con un claro enfoque propio de la Sociología de la literatura. Entonces yo carga mi inseparable cámara fotográfica soviética, con la que registré muchos de estos evento y, años más tarde, hice tomas memorables de los integrantes de mi familia, colegas y amigos cuyas imágenes seguramente las recuperaré por el camino.

 

Gran amistad trabamos con Ricardo Repilado Parreño (Santiago de Cuba, 1916-2003), a cuya casa siempre entré “como perro por su casa” y cuyas enseñanzas y humor proverbiales nos acompañan siempre como parte de esas campanitas que alegran la existencia; gracias al “Repi” conocí mucha gente notable, como al gran José Antonio Portuondo Valdor (1911-1996), a su esposa Bertha y a esa gloria de la Arqueología del Caribe que se llamó Felipe Martínez Arango (Santiago de Cuba, 1909-Miami 2002), con quien me sucedió algo que todavía no alcanzo a explicar: tiempo antes de su partida definitiva al Norte, me dejaba libros de su biblioteca personal y el manuscrito original de la obra cumbre de sus estudios arqueológicos, la cual deposité poco después en manos de su familia. También allí conocí a Jesús Sabourín Fornaris (Manzanillo1928-Bulgaria, 2002), con quien compartimos cátedra en la Facultad de Humanidades durante el proceso anterior a su partida para Bulgaria, donde falleció.

 

La carrera la hice trabajando como docente no graduado, vinculación que comencé en la Universidad en septiembre del 69. ¡Estoy cumpliendo 40 años de trabajo sin interrupción, camaradas¡ Recibía clases hasta el mediodía y luego me iba a trabajar a la sede de la Universidad en Cuabitas o Quintero, como todos le llamábamos. Cada noche, al concluir la sesión de trabajo, comíamos en el comedor de la universidad y luego nos íbamos de tertulia a la casa de Nils Castro, a la sazón director de la Escuela de Letras y luego del Departamento de Extensión Universitaria, y de la mexicana Adela, con quienes establecíamos un ameno diario, con la presencia del poeta Guillermo Rodríguez Rivera y su esposa Virgen, además de la pareja integrada por la alemana Karem Muller y su esposo, el arquitecto suizo Raymond Muller. La ausencia absoluta de transporte público, nos obligaba a dar un paseo nocturno en el que dejábamos a Guillermo y esposa en su casa de los edificios de la Facultad de medicina y luego a los europeos en su casa del reparto Terrazas. En muchas ocasiones, El Cojo Silva, Raúl La Rosa (Florida, ) y yo nos deteníamos en el restaurante de Las Américas, para comer ancas de rana frita y alguna que otra birra. Siempre terminábamos por sostener una conversación a manera de conclusión del día, en la antesala de nuestro albergue de la calle 13 con 4, Vista Alegre.

 

 Mi condición de trabajador me situaba en una posición privilegiada en relación con el resto de mis compañeros de aula, en su casi total mayoría estudiantes. Los invitaba a comer en restaurantes de la ciudad, con ocasionales tomas de cervezas y vino Pancho el Bravo, en el famoso Bodegón o la Taberna de Dolores. Pronto me asaltaron nuevos amores, algunos escabrosos, como los que sostuve con una bailarina del Ballet Nacional de Cuba y otros más pacíficos, como el que tuve con una “rubita encantadora”, que me sobrellevaba como pocas he tenido así en el camino. En las aulas universitarias hice verdaderos amigos, cuyos nombres estampo aquí con la clara advertencia de que la lista es incompleta y se llenará en la medida en que la memoria tribute el de los, involuntariamente, omitidos: María Elena Ávila, el narra Luis Roberto Choy (Santiago de Cuba, 1946), Ignacio Vázquez, los finados hermanos Pedro Ortiz Domínguez (Holguìn,1942-) y Nélida Galano (Baracoa, 1941, Santiago de Cuba, 1988), Loly Doménigo, Humberto Ocaña, Consuelo Muñiz, Joel Mesa Falcón, “Manolito” Méndez, Luis Hernández “Guichi”, Miriam Cruzata, “Pucha”, Sara Padrón, Margarita Pajón,...a todos los recuerdo con especial cariño y admiración, por su sinceridad y aprecio sostenidos a lo largo de estos 34 años de graduados.

7.- La Etnología

 

Mi relación entrañable con “El Cojo” Orlando Silva Márquez (Melgarejo, Palma Soriano, 1947) me lleva a vincularme con la poetisa y etnóloga Nancy Pérez Rodríguez (Bayamo, 1947) y, a través de ambos, al etnólogo Isaac Barreal, con quien estableceríamos una relación entrañable hasta su muerte. Para entonces, los dos primeros contaban con su asesoría en las investigaciones de campo que los conducirían a la publicación del libro El Cabildo Carabalí Izuama (Editorial oriente, 1982), que nos serviría a Rafael Rómulo Brea López (Santiago de Cuba, 1950-) y a mí de inspiración para escribir nuestro primer libro: Grupos folklóricos de Santiago de Cuba (Editorial Oriente, 1989) y, años más tarde, a ambos y a Manuel Ruiz Vila, para imbuirnos en una investigación de campo que duró más de una década, concluyendo con la publicación en Santo Domingo de nuestro monumental libro Barrio, comparsa y carnaval santiaguero (1997), aun inédito en Cuba. No menos entrañable vinculación establecimos con el etnomusicólogo Dr. Argeliers León y, a través de él, con su discípulo Jesús Guanche; como también lo fue la sostenida con el jovial Alberto Pedro, entre otros investigadores con quienes nos vinculamos con un grado de naturalidad digna de tomarse en cuenta.

 

8.- La revista Pensamiento crítico

 

 Poco después de entrar en la universidad, la dirección del Partido Comunista me seleccionó para estudiar Filosofía Marxista-Leninista en la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana. Tuve el raro privilegio de compartir aulas con eminentes compañeros, como los actuales doctores Ibrahim Hidalgo Paz (Holguín,) y Pedro Pablo Rodríguez, y de recibir clases de eminencias del pensamiento, como el Dr. Fernando Martínez Heredia y los matemáticos, doctores Luciano García y Eramis Bueno, entre otros de no menor brillantez y estatura. Todavía estaban calientes los escritos de Regis Debray y me fascinó ponerme en contacto a diario con la redacción de la revista Pensamiento Crítico, que editaba el Departamento de Filosofía donde estudiaba, considerada por el antropólogo Darcy Ribeyro como una de las publicaciones de mayor vuelo teórico, con una ideologías y posicionamiento político más independientes de las existentes en la Cuba revolucionaria de finales de los sesenta. En tanto en mí, el infantilismo de ideas “a lo soviético” en que había vivido saltó en pedazos, a consecuencia de unos estudios intensos, rigurosa y consecuentemente llevados en el Departamento de Filosofía con sede en  la calle K, entre 25 y 27, en El Vedado, donde permanecíamos , cada día, hasta altas horas de la noche. Esta feliz circunstancia no dejaré ni un segundo de celebrarla, porque, entre otras cosas, me permitió entrar en contacto directo con altos dirigentes de la vida social y política del país, catedráticos eminentes y escritores y artistas de la estatura de Noel Incola, Leo Brower, Silvio Rodríguez y Pablito Milanés, Alfredo Guevara y muchas de las personalidades vinculadas al ICAIC y a la Casa de las Américas, que eran para mí—desde el “provincianismo” en que había transcurrido mi existencia—las cumbres del simbolismo cultural del proceso de absoluta radicalidad que todos vivíamos entonces con el mayor de los entusiasmos imaginables.

 

9.- El 70 y las amistades peligrosas

 

Algún día podremos extendernos en algunos de los eventos ocurridos en el año 70, en torno a los cuales recomiendo la novela El vuelo del Albatros, del escritor cubano Rafael Carralero Almaguer (Puerto Padre, 1945), residente en México y uno de los mejores amigos que adornan mi “corona”. Su apartamento, precisamente ubicado en el Reparto “Pastorita Núñez”, adonde luego me mudé con mi familia, era parte de nuestro “Cuartel General”, donde estudiábamos hasta altas horas de la noche, con el oportuno cafecito que nos colaba su esposa Rebeca Ulloa Sarmiento (Guantánamo, ) y las travesuras de su retoño Alex, a la sazón de unos tres años de edad, quien permanecía insomne rodeado de tales tíos estrafalarios y díscolos. A los efectos de la intención del  presente escrito, debo apuntar que ese año combinamos las actividades del trabajo agrícola hacia la cual fuimos convocados todos en Cuba ese año de la Zafra de los Diez Millones de toneladas de azúcar de caña, con la realización de un estudio monográfico sobre la Filosofía Clásica Alemana dictado por el Dr. Enzo Mella, entonces director del Instituto de Filosofía de la Universidad de Concepción, Chile. Nunca nos habíamos zambullido tan a lo profundo en el pensamiento euro-occidental—en este caso, particularmente, alemán-- como lo hicimos aquel año, en contacto con el mar en la residencia de La Socapa donde ubicaron a tan ilustre amigo, que se hizo acompañar de su familia, entre la que recuerdo a su esposa Cristina, excelente profesora de idioma francés. El Profesos Carlos Santander, también chileno, nos acompañó asimismo en la cátedra de los estudios latinoamericanos y nos narró cómo él y su familia escaparon a las hordas nazis de Pinochet luego del Golpe de Estado del 73; pero esto no logró nuestro Maestro Mella, a quien encerraron en la isla Dawson y pudo escapar a la muerte gracias a las urgentes gestiones hechas por su hermano, que trabajaba en la sede de la UNESCO en París.

 

Ese año “histórico” me fue dado cerrar una amistad entrañable con varios compañeros, entre quienes me permito citar los nombres de Isabel Matos y familia; los de los filósofos Julián Sergio Mateo Tornés y Orlando Silva Márquez, el poeta Ariel Jorge James F. (La Habana, 1944-) y su futura esposa Olguita Trapero (Santiago de Cuba,1953); de la arqueóloga y profesora de Historia María Nelsa Trincado Fontán ( La Maya, 1944-2006), la dra. Olga Portuondo Zúñiga (Camaguey, 1944), el doctor Hebert Pérez Concepción (Holguín, 1941), junto con toda su familia a la que pertenezco por “derecho consuetudinario”; Rafael Antonio Duharte Jiménez, (Baracoa,1946-) y su esposa Elsita Santos (Camaguey, 1951), Radamés de los Reyes (Holguín,1936-) los teatristas Andrés Caldas, Pascual Díaz Fernández (Pinar del Río, 1950) y Rogelio Meneses (Camaguey,1942-2007) con sus respectivas familias;  el Dr. Francisco López Segrera (Santiago de Cuba, 1940) y su hermano el médico gíneco-obstetra e inseparable “Carlitos”, y el mencionado estudioso Ibrahim Hidalgo Paz (Holguín, ), entre otros no menos importantes, como el sociólogo Manuel Ruiz Vila (Camaguey, 1944-) cuya esposa Chavela y toda su familia me tienen como a uno de sus miembros, el historiador Julito Corbea Calzado, del poblado de El Cobre (1956-). Rafael Brea López, con sus respectivas esposas y familia, me abrieron un remanso donde solíamos compartir el trabajo intelectual con la relación entre nuestras respectivas familias, relación que ha de perdurar por los siglos de los siglos como un digno ejemplo de camaradería a toda prueba. En esa única y exclusiva dimensión, sólo puedo inscribir lo ocurrido con las familias de Carralero, de Isabelita Mora, Julián Mateo, de Vila y la de Caldas.

 

 

10.- El choque de  trenes en medio de un huracán

 

 Pero, sin pretensión alguna de desdorar nada de lo expuesto, entonces se sellaría una amistad, que rebasó los términos formales en que esta categoría suele encerrarse, con dos personas que me acompañan desde entonces como parte de mi equipaje de viaje: el Negro Omar Blandino (Las Villas,-Santiago de Cuba, 2008) y Aníbal Joel James Figarola (La Habana, 1942-Santiago de Cuba, 2006), sobre este último circula en Internet una carta mía que resume muy bien aquellos tiempos en que se produjo el abrazo definitivo entre ambos. Sólo el hecho de que cerraran en la Isla los departamentos de Filosofía donde comencé mis estudios y llegué a trabajar hasta ese momento en calidad de docente, pudo apartarme del estudio formal de esta disciplina, que llevamos con una de las insignias del mayor orgullo en nuestros pechos. Los encuentros periódicos con Joel y con el hoy doctor Bernardo García Domínguez (Banes,1940-), me afincaban aun más en el duro suelo del pensamiento abstracto, para reafirmar la necesidad de construir un pensamiento propio, alejado de los dogmatismos en boga y de los enfoques superficiales que solían predominar en la “escolástica” de entonces, me refiero a la universidad. Blandino me aportaba una visión de la vida y del hombre tan profunda y verdadera como aquella otra que fui adquiriendo en la marcha por las variadas academias en que había transcurrido mi existencia. Igual que se imponía el realismo crítico de otro gran amigo cuya familia debe estar echando pestes por el tiempo en que llevo sin comunicarme con ella: me refiero al actor y drmaturgo Raúl Pomares Bori (Holguín, 1934-), que era asiduo concurrente a las largas y enriquecedoras tertulias sostenidas en la casa sita en Bayamo número 70, en que compartíamos para entonces una hospitalidad proverbial que yo honestamente desconocía, a pesar de mi peregrinar por los caminos de la isla.-

 

11.- A la esquina  me sorprende el buque de El Caribe

 

Una noche me sorprende la visita del eminente poeta Jesús Cos Causse (Santiago de Cuba,1945-2008), quien en el futuro sería uno de los fundadores de la Casa del Caribe. Cuando abrí la puerta de la calle 13 número 351, esquina a 4, del santiaguero reparto Vista Alegre, su canija figura se desgrana en la petición de ayuda: lo habían designado como agregado cultural de nuestra embajada en Jamaica y necesitaba que le impartiera una “andanada de cápsulas” en que resumiera mi visión del Caribe, del que decía desconocer casi todo. Lo que es bueno para la pava lo es para el “pavito”: me obligó a buscar textos y leerme varios libros con esta temática, realmente poco usual en nuestros medios académicos. Al final del camino me encontré con una gran sorpresa. Eran unos geógrafos polacos quienes lo habían estudiado con mayor consecuencia en la Isla y a ellos me dirigí en carrera frenética, que me conduciría a trabar una amistad que perdura hasta el presente. Esta pequeña llama dirigida a conocer todo lo relativo a la historia y la cultura de los pueblos de la región caribeña se convertiría en la hoguera en la que me he cobijado desde entonces. Lidera esa cohorte de ilustres caribeñistas el Dr. Andrzej Dembicz, una de cuyas hijas—a la que bautizó con el nombre de la Virgen patrona de todos los cubanos: Cachita--  le nació en la Isla y basta colocar el título de dos de sus obras para que se tome en cuenta cuán alejados estábamos entonces de reconocer la identidad caribeña de nosotros los cubanos: Premisas geográficas para una integración socio-económica del Caribe y Atlas Regional del Caribe.

 

Fue Cos Causse quien me puso el mote de “Guadalupe”, nombre de la primera isla del Caribe que visité y donde hice muy buenas amistades. Con él compartí el premio “José María Heredia” de poesía, que convocaba la unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba a través de su Comité provincial, lo cual fue para mí hu honor por la dimensión telúrica y universal de mi partenaire. Árbol más hermoso lleva por título mi libro y tiene el raro encanto de haber sido trabajado, en un taller de orfebrería genial, con mi compañero de estudios y poeta suicida “Ignacito” Vázquez Espinosa (Santiago de Cuba, 1950-1990). Acabo de recuperar el original mecanuscrito de entre los papeles y biblioteca personal que permanece encallada en mi apartamento 7, del edificio 14, en el Reparto “Pastorita Núñez”,  en el mismo sitio donde establecí mi hogar y crecieron mis cuatro hijos a partir del año 1982 en que retorné a Santiago como fundador de la Casa. Junto con ese original, el poeta Reynaldo García Blanco (Yaguajay, 1962)  me trajo a Venezuela el año pasado desde Santiago de Cuba el “ajuar” del altar de mi dormitorio, con imágenes religiosas pertenecientes a mi madre y otras de mis iniciaciones en las religiones de profunda cepa cubana, en las que me zambullí durante estos casi treinta años consagrados al estudio del pensamiento mágico-religioso creado y atesorado por el pueblo cubano. Espero que las palabras del poeta Ariel James, incluidas en el brochure—que fue lo único publicado del premio con algunos de sus poemas--, sean las más fieles y leales para una edición digital que estoy preparando. Espero que el Bon Dieu sepa premiar lo bueno hecho por mí poniendo a buen recaudo mis libros y, sobre todo la documentación acumulada durante mi dilatada vida laboral, entre los que puedo citar cartas, algunas íntimas, manuscritos de trabajo, correspondencia con amigos y colegas de muchas partes del mundo; fotos, cintas magnetofónicas, etc. La intervención del bueno de Julito Corbea Calzado impidió que todo fuera a parar a los depósitos de la Casa del caribe, como interpreto fue el deseo de la señora Xenia Carrión Mustelier , que ahora ocupa mi apartamento a la espera—es lo que me ha dicho— de mi regreso a mi Pastorita Nuñez tiene guararey conmigo… Y es lo que haré en las próximas semanas del año que ha recién comenzado, una vez ONIDEX me otorgue la residencia.

 

12. Mi vocación de trashumante

 

Me vi obligado a trabajar en calidad de prestación de servicios en varias dependencias: en el Departamento de Literaturas Generales del Instituto Superior Pedagógico “Frank País”; en la Editorial Oriente y, finalmente, junto con El Cojo Silva en el Departamento de Procesos Técnicos de la Biblioteca de la propia Universidad de Oriente, en la cual leí tantos libros como no lo haría en el desarrollo de la carrera de Letras y aprendería idiomas extranjeros como nunca lo he hecho. Cuando me gradué, finalmente, en esta carrera, me fui a trabajar a la Filial Universitaria de Holguín, entonces perteneciente la propia Universidad donde culminé mis estudios universitarios,  y allí imparto numerosas materias, como las propias Literaturas Generales y la Historia de la Literatura y el Arte, la Historia de la Cultura Occidental e Historia y Apreciación del Cine, cuyo programa—impuesto oficialmente en las universidades de todo el país—confeccionamos el Dr. José Rafael Rojas Bez (Banes,1948- ) y mi persona. De miembro fundador del Cine Club universitario, pasamos a hacerlo en la propia ciudad de Holguín, en Moa y en Nicaro. Quien tenga tiempo, que se dedique a registrar la fantástica cantidad de reseñas y notas a programas que escribimos para entonces en el diario provincial Ahora¡ además de participar en programas radiales y en otro de cine por una televisora nacional. Para entonces fui elegido Presidente de la Asociación de Jóvenes Escritores y Artistas “Hermanos Saíz”, a cuyos padres conocí y traté en varias oportunidades. Por el camino, participo en varios concursos literarios y de Historia, en algunos de los cuales gano premio con estudios y ensayos que serán publicados en diversas fuentes, y Mención en Testimonio con mi libro Segundo Frente oriental “Frank País”: testimonios de la Policía Rebelde, organizado por el Departamento de orientación Revolucionaria (DOR) del comité Central del Partido Comunista de Cuba.

 

A esta altura del juego, he trabado una entrañable amistad con el poeta y folklorista Samuel Feijóo, de quien escribo numerosos artículos y ensayos que también me valen premios. Finalmente, hago una recopilación exhaustiva de su obra activa y pasiva, la que reúno en el libro Samuel Feijóo: la obesesión lúcida, que tengo la suerte que edita el poeta José Rodríguez Feo por Ediciones Unión; pero llega el “período especial” y un día, luego de titánica labor por recuperar el original, logro dar con él en una gaveta de la sede nacional de la UNEAC. Le he dicho al amigo Virgilio López Lemus: espero tener la suerte de verlo publicado …póstumamente, ya que el Viejo Loco se nos fue sin verlo.

 

13.- El año 80…

 

Los ochenta me sorprende, con esposa y cuatro hijos, nuevamente sin trabajo...hasta que al año siguiente logro vinculación laboral en la Escuela Formadora de Maestros “Oscar Moya”, donde  “la pareja” que sigue y procesa políticamente mi caso aprueba la entrada a la militancia del Partido Comunista, luego de casi dos años de entrega absoluta al trabajo. Pero una visita y luego una llamada, hecha desde Santiago, por  Joel James, me hacen abandonarlo todo, familia en protesta de por medio incluida: me invita a formar parte del equipo fundador de la Casa del Caribe, que abre sus puertas el 23 de junio de 1982, ante los ojos atónitos de la intelectualidad local y aun de buena parte de la del país. Definitivamente, a pesar de haber escrito cientos de artículos y estudios con temas literarios, y de haber ganado diversos premios literarios, la Antropología y la Sociología de la cultura me reciben también con un abrazo que se cerrará el último momento en que los párpados descansen para siempre. La parte de mi vida que sigue desde esta fecha al presente, puede extractarse en mi entrega desinteresada y total a esta institución; a seguir al pie de la letra la vida de su máximo guía y líder y de haberle sido leal en cada momento y en cada circunstancia. Si alguien consigue algún documento o testimonio de respeto que interponer a esta afirmación, ruego lo presente y hacerlo valer para calificarme de embustero. Afortunadamente, viven pocos pero los principales de los fundadores de la Casa, algunos muy valientes y que no perderían nada con escribir unas simples líneas si consideraran conveniente desautorizar lo que llevo escrito y lo que voy a referir.

 

14. Mi primer matrimonio

 

Yo estuve casado con Ivonne Menéndez Angulo, hija del famoso locutor-animador cubano-norteamericano Rolando Menéndez Milanés, conocido de costa a costa a través de programas televisivos de amplio audiencia, como “Mister Cien”, cubano emigrado a los USA a mediados de los cincuenta, a quien hubiera bastado hacerle una llamada para ubicarme en Puerto Rico, donde vivió y murió, o establecernos en el “Norte” con todo el poder económico y material que él tenía entonces; mis amigos boricuas más íntimos lo sabían y jamás pasó por mi mente nada semejante, no ha pasado ni pasará y esto es lo que tiene desconcertados a amigos confundidos y a enemigos que hubieran visto con alegría cualquier tipo de deserción de nuestra parte. Pero han tenido, y tendrán, que dárseles por el trasero porque tal cosa no sucederá. Ivonne fue la Secretaria de nuestro Consejo de Dirección, hasta que decidimos ambos que debía superarse y se hizo técnica en Información científico-técnica, cargo que ocupó en la institución hasta dos años después de nuestro divorcio en que enfermó y sus hijos la convencieron de que debía regresar a Holguín, donde actualmente vive.

 

15.- La Casa del Caribe: un método o el oasis en el desierto

 

En la Casa del Caribe fundé el Centro de Documentación al que puse por nombre “Toussaint Louverture”—el del revolucionario haitiano traicionado y asesinado por los franceses: tal ha sido y es mi compromiso con ese sufrido pueblo y el alto concepto que tengo de su papel en la historia de nuestros pueblos-- y ocupé el cargo de Director de Relaciones Internacionales, hasta que causé baja a ese equipo encargado de relacionarnos con instituciones y personalidades de decenas  de países donde se realizan estudios y trabajos semejantes a los nuestros. Luego me concentré en la fundación y la consolidación del Equipo de Estudio de las Religiones Afrocubanas y el Espiritismo, fruto de cuyo trabajo se expresó en la realización de eventos académicos durante más de dos décadas y la creación del Museo de las Religiones Populares que hoy podemos mostrar al mundo como un digno ejemplo de lo que se puede lograr en medio de muchas limitaciones materiales y económicas. Pero el interés por la consolidación de la institución siempre se sobrepuso al individual, a pesar de no ser reconocido.

 

Allí desarrollé un prolongado y sistemático plan de estrategia comunicacional, que comenzó con el uso sistemático del correo regular, luego del telex—inaugurado por el Ministro de Comunicaciones de la URSS—, pasando por el la telefonía internacional, hasta desembocar en el uso de la computación y, años más tarde, de Internet. Tuve frecuentes problemas en mi matrimonio porque mi esposa pensaba que le era infiel a causa de que me iba de noche a comunicarme con el mundo desde la Casa del Caribe, donde llegué a instalar una planta de radio. Las dos primeras computadoras que se instalaron en la dirección provincial de cultura las compré con un aporte gestionado en la UNESCO, igual que el Lada Comby de color rojo que creo todavía está rodando por las calles. Llegué a tener correo electrónico en casa gracias a la computadora que le compré a un amigo de El Cobre y mis gestiones y, finalmente, llegué a tener Internet ya con un equipo más sofisticado adquirido en el extranjero, merced de mis viajes.

 

En una época en que Cuba estaba casi absolutamente aislada, aun más del Caribe, nos llegamos a imponer con un audaz plan de diplomacia informal con la región, lo que llevó a abrir relaciones con países casi inimaginables. Es lo que ocurrió con Granada, Suriname y, poco más tarde, con República Dominicana. Llegamos a los dos primeros países con delegaciones artísticas y muestras artesanales, luego de que de ellos fuesen llevadas muestras que sorprenden tanto por su número como por la alta calidad de los exponentes. Baste citar la diversidad étnica de la de Suriname, para percatarnos de algo no existente nunca en la historia de nuestro país: se había producido un desplazamiento del Centro Metropolitano—La Habana—donde siempre habían ocurrido los intermitentes intercambios con el Caribe, hacia la verdadera Capital cultural de la región: Santiago de Cuba. Y ese desplazamiento nos devolvía una imagen insólita del ser caribeña imaginado, concebido, pero nunca percibido como lo estábamos haciendo ahora con aquella enorme delegación con grupos amerindios, cimarrones y de otras procedencias étnicas del planeta que se habían dado cita –y coexisten aun hoy en Suriname. De igual forma fue impresionante la visita a ese hermano país sudamericano, adentrarse en la selva y encontrarnos con parte de la gente que nos había visitado, sobre en compañía de ese gran etno-lingüista que es Terry Agerkop, que nos enseñó más con su mano que lo podíamos abarcar con el intelecto y con la vista.

En tres ocasiones me dejaron preso en aduana de países con quienes carecíamos de relaciones diplomáticas. El primero fue República Dominicana, cuyas relaciones me precio de haber ido abiertas por dos personas: Ricardo Alexis Alarcón Fajardo y mi persona. Por ahí anda el cacho de telex como prueba irrefutable de las comujhicaciones sostenidas con el rector de la Universidad Autónoma de Santoa Domingo (UASD), quien nos había invitado a dictar una Taller en su sede y nadie se apreció a recibirnos a nuestra llegada. La guardia nacional nos confundió con agentes castristas, nos viró las maletas al revés y dispuso que deberíamos ser deportados. Cuando cundía el pánico y el ánimo empezaba a caldearse, aparecieron por la lejanía el escritor Andrés L Mateo y quien debió estar clavado esperándonos: Mateo Morrison, el Negro más parecido e Cos Causse en la informalidad y desenfado con que tuve que lidiar en mis largos años de diplomático. Luego todo transcurrió como en tiempo nupcial: almorzamos parrilalda con el propio Rector y se iniciaron unas relaciones académicas que se prolongarían por varios años. Santo Domingo se convirtió en el país mayor emisor de turismo de vario tipo hacia Cuba y establecimos relaciones con un conjunto de instituciones, agrupaciones, artistas y amigos que se mantienen firmes a la causa. Allí surgió la iniciativa de fundar una Red de Casas del Caribe en la región y en Santoa Domingo sembramos nuestro trabajo de tal modo que se hizo el punto de emigración permanente de artistas e intelectuales santiagueros.

 

Nunca olvidaré el primer año en que le fue dedicado el Festival a la cultura del pueblo dominicano: quedaron dos aviones con gente esperando en Santo Domingo para ser trasladas a Santiago de Cuba, sin que hubiera respuesta de alojamiento de parte de las atónitas autoridades del turismo, que no concebían lo que había estado pasando porque no tenían el pulso de nuestro trabajo emprendido desde principios de los ochenta. Justo aquí es consignar el excepcional prestigio que llegamos a tener en todo el país y en particular lo hecho por Manuel Ruiz Vila para consolidar lo hecho hasta el momento en que él tomó las riendas de este país en sus manos. Fuimos declarados hijos ilustres de La Vega Real, Santiago de los Caballeros y Montecristi, y esa distinción otorgada por el pueblo no tiene expresión en oro ni en ningún tipo de reconocimiento. Es parte de los trofesos de guerra que me llevo a la tumba, aquellos que no brillan ante el sol, sino sólo lo hacen en la quietud del camastro son los que tienen verdadero valor ante los ojos de la gente que trabaja sin mirar a cambio de qué.

 

Desde la frontera dominicana, por la parte del río Masacre, amigos dominicanos nos acompañaron a cruzar a Haití. Pisar esa tierra provocó un estremecimiento en mi alma, porque pensaba que me moriría sin lograr abrazar al pueblo que tanto admiraba de todos los que habitan en la región. Y así lo hicimos, aunque de modo clandestino y por breve tiempo, pudimos observar la vida tan intensas y alegre que tenía lkugar allí, al pie de ese otro pueblo que fue el único en obtener su independencia merced a su contraposición con el hermano con el que compartía una misma isla. Pudo más el amor, pues, que el miedo a las dictaduras militares que sucedieron a la caída del régimen de los dos Duvalier: Papá Doc y su cachalote Baby Doc. Luego fui testigo de excepción del ascenso del Padre Aristide y de su asunción como Presidente en 1990 , al ser incluido en la delegación oficial de Cuba que asistió a este acto. Esa experiencia la registré en un artículo que está entre mis papeles inéditos. Quienes quieran ampliar el modesto aporte que hemos hecho por mantener viva la llama de la amistad con este pueblo ejemplar a quien amo en silencio, por favor leer en Internet La Casa del Caribe y Haití.

 

En Barbados me llamaron por el altoparlante a la salida de la aeronave que me llevó de Cuba. Era 1987 y debía asistir a una de las conferencias anuales de la Asociación de Estudios del Caribe a la que pertenezco. Alegremente me despedía de la priofesora Digna Castañeda, quien seguía viaje a Guyana, y me acerqué al mostrador, pero desde allí me condujeron a un interrogatorio y finalmente al hotel South Winds, donde supuestamente debía tener alojamiento. Las autoridades migratorias me hicieron pagar el taxi, ida y vuelta y me encerraron en una casa para deportarme en el próximo vuelo que saliera con destino adónde?. Era la incógnita a despejar. Lo cierto es que no tenía dinero ni para comprar lo que podría comer en los días de espera de los anfitriones, unos colegas norteamericanos que se asustaron al ver que había sobrevivido comiendo de la cesta de frutas depositada en la habitación y de otras golosinas. Esa vez pude asistir el Crop Over Festival, departir con un reverendo Greenville Bishop, que me habló muy bien del internacionalismo cubano en África y hablarles con tan vivacidad a los miembros de la ASC que arranqué varias veces prolongados aplausos. Tal vez esa haya sido la causa del envío de un agente que me ofreció villas y castillas para que desertara y me fuera a trabajar a USA.

 

En Miami, en mi primer viaje a los Estados Unidos, las autoridades migratorias me revisaron el equipaje, me retuvieron la salida y no querían sino otorgarme los tres días que me habían dado en la Sección de Intereses de la Habana para impedir que asistiera a un evento académico que se realizaría en Puerto Rico. A raíz de haber exhibido un documental de Santiago Álvarez en la isla, las autoridades me visitaron en el hotel de la universidad de Puerto Rico con intención de intimidarme. Yo tenía el antecedente de que me había negado una vez la entrada, cuando iba en una delegación presidida por el Ministro de Cultura de Cuba. Al final, las cosas cambiaron y me estamparon seis meses más de permiso, lo que me permitió permanecer en puerto rico y en Miami durante una estancia prolongada, aunque en esta ciudad de bajo perfil, porque a cada rato me encontraba con gente de mi tierra a la que nunca podría explicar que había llegado y regresaría a la patria porque en su mente tal libertad sencillamente no cabía.

 

Levanté una imagen de Miami de la que carecía: el vacío cultural, la vida desarraigada llevada por mis compatriotas me proporcionó una dimensión de falta de espiritualidad de la cual nunca he podido desasirme. Compartí con la comunidad caribeña y sobre todo visité los barrios negros, al mismo tiempo que fui testigo de excepción con lo sucedido con la protesta de éstas al negarse los alcaldes gusanos cubanos de aceptar la venida de Nelson Mandela a la Florida; de paso, asistí a un Taller de Relaciones Interétnicas que se organizó luego de las violentas protestas de las comunidades negras por tan insolente actitud ante el líder del pueblo sudafricano, recién salido de la cárcel y proclamado por el mundo como un Héroe Mundial.

 

De modo que, hasta cierto punto, fui el primero en pisar tierra gringa y en regresar a mi terruño, con todas las facilidades por llevar una vida en esa tierra donde eres disidente y glorificado si te atreves a hacer la más mínima declaración contra el régimen. Lo fui en mis contactos con la migración en todos los países donde he estado. Era una manera de cirle no al absurdo vivido en compañía de mi esposa. quien se tenía que comunicar con su padre a través de su abuela María Josefa, a quien finalmente conocí en Puerto Rico, luego de leer tantas y tan hermosas cartas enviadas a su nieta (mi esposa Ivonne). En Puerto Rico me convertí en un huracán: de los primeros cubanos que se paseaban por la isla, aunque fui objeto allí de una agresión que pudo haberme sido fatal. La primera vez que lo visité, me alojaron en casa de Don Ricardo Alegría, pero las otras veces compartí una vez con la escritora habanera Mayra Montero y, la última vez, en casa de Ricardo Cobián Figeroux, a quienes me une desde entonces una inconfesada relación de amistad que va allá de lo meramente profesional y compatriota.

 

Fui el primer casacaribeñista en aterrizar en la isla de Guadalupe, adonde las cosas se hacían de contrabando y sólo los guadalupeños de izquierda se atrevían a desafiar el poder de la metrópoli gala. A través de la amistad con el Dr. Alain Yacou, me puse en contacto con las avocaciones de amistad y fomenté los vínculos con mi patria hasta el punto de hablarle a la Cámara de Comercio de Guadalupe, la que me invitó a instancias de unos empresarios que quería hacer negocios en Santiago de Cuba. Conocí al alcalde de Pointe-a- Pitre, el historiador marxista Henny Bangou, quien me dio una carta oficial para el alcalde de Santiago, Willliam, que le hizo el caso de un niño ante una . Llegué también a establecer muy buenas relaciones académicas con la Université Antilles Guyane de Martinique, cuyo maire Aimé Césaire, me atendió personalmente y extendió el puente para el hermanamiento de las dos ciudades: Fort de France y la otra donde yo vivía. Pero igual, las cosas se quedaban en el aparato, al llegar al gobierno local ese interés de manos de intelectuales y no de burócratas.

 

16.- Publicaciones:

 

Varios materiales audiovisuales, entre los que sobresalen seis documentales, tres fonogramas y una cantidad de publicaciones que son de obligada referencia mundial, pueden ser tomados como subproductos de mi trabajo profesional, valorados algunos de excepcional valor. Llegué a convertirme en uno de los pocos especialistas en vodú y en espiritismo existentes en Cuba, además de reconocida autoridad en este campo a nivel internacional. Pero me permito referirme a una realización que deberá ser tomada en cuenta por las generaciones venideras como una de las más audaces de cuando hayamos emprendido: la organización de la Exposición de Arte Ritual Afrocubano intitulada “Tiembla Tierra”, la más completa y abarcadora temáticamente hablando de cuantas se hubiesen hecho en la historia del  país. Ahí está el libro-catálogo homónimo—en venta por Internet-- para dar testimonio de ello. Sus curadores: Abelardo Antonio Larduet y mi persona.

 

Los libros referidos en mi CV de Internet, y que registró—gracias, Dios¡¡¡-- el amigo León Estrada en su Diccionario de escritores santiagueros (apuntes primarios)…(Editorial Oriente, 2005) dan cuenta de mi pasión por los estudios etnográficos, como este otro libro que la University of New México Press acaba de imprimir con el título Sacred Spaces and Religious Traditions of Oriente Cuba y a la firma de la profesora Dra. Jualynne Dodson, con quien trabajé en esta obra por espacio de más de diez años, según ella reconoció explícitamente en su introducción, cuando lo redactábamos “a dos manos”. Pero hechos como éste sólo dan cuenta de la estatura y catadura de quienes lo cometen, no de quienes somos objeto de ello. Yo seguiré recordando la honestidad a toda prueba de mi finado hermano Julián Mateo Tornés, a quien a juros se menciona de pasada en este último título y fue nada menos que el autor de la idea original, quien empujó a ambos a entrar por ese carril que condujo a un punto de la estación de la vida para lamentar, en especial por el silencio que se ha cernido en torno al hecho.

 

 

 

16.- Los amigos no se despiden

 

Desde 1982 hasta que causé baja, trabajé sin descanso y con entrega honesta a toda prueba en la Casa del Caribe. Mencioné en primer término mi relación con los colegas y amigos obreros de plantilla de la Casa, entre quienes omití el nombre de Fernando Boytel Jambú (Palamarito de Cauto1914-Santiago de Cuba,1986) porque pronto este sabio cubano se convertiría en uno de los mentores científicos de nuestro recién estrenado equipo de estudio, por la sólida experiencia acumulada en el estudio de la presencia franco-haitiana en Cuba y su capacidad ilimitada de emprender constantes viajes de estudio a las montañas orientales. De ahí que nuestro primer libro, verdaderamente fruto del espíritu de investigación científica que nos animaba entonces, le fuera dedicado: me refiero a El vodú en Cuba (Santo Domingo, 1992; Editorial Oriente, 1998), premio nacional en Investigación sociocultural otorgado por el Ministerio de Cultura de Cuba. Es justo mencionar aquí también al Dr. Roberto García Ibáñez (Santiago de Cuba, 1910-2000), brillante intelectual, ex político e incansable conversador, quien tenía esa rara virtud de contar la historia que había vivido como si narrara una novela por entrega, con exactitud de datos y detalles conmovedores. Durante toda aquella etapa inicial, contribuyó a darle brillo y prestigio a nuestras frecuentes tertulias intelectuales y políticas. Perteneció a nuestro Consejo Asesor, constituido con la presencia de Juan Bosch y Nicolás Guillén, con quienes disfrutamos, por cierto, de una amena matinée, prolongada en la tarde en la sede de la UNEAC, en tiempos de ley seca.  

 

Pero, llegados a este punto se impone mencionar a otros de no menor importancia con quienes establecimos una sólida relación de hermandad en Santiago de Cuba: verbigratia, a la “gran familia” del carnaval santiaguero reflejada en todos los libros y artículos publicados sobre estas fiestas, a la que puedo resumir con un nombre: Sebastián herrera Zapata “Chang”; con el camagueyano Rafael García Grassa, los palmeros Manuel Santana y Maxito Barbosa, con las mambó Elena Celestien de Contramaestre y Titina de Las Tunas; con los hounganes Pablo y Tato Milanès, de Pilòn de Cauto, en la Sierra Maestra; con el rey del gagà mogasé La Fleur, el finado Arsenio Martìnez “Pimienta” y toda su familia de Barrancas; con el espiritista Eugenio Montero y su familia de Camaguey; con los espiritistas cordoneros de Manzanillo, Calicito, El Horno de Guisa, Bayamo, Holguín, Las Tunas y Camaguey; con los paleros, santeros u muerteros de toda la antigua provincia de Oriente, en la persona de mi padrino el finado Vicentón Portuondo Martín (Santiago de Cuba, 1949-2004) y toda su familia sanguínea y religiosa; hasta mis actuales padrinos el Tatandy Aldo Durades Román (Marianao, 1937-) y su esposa,  la periodista Yayi Miriam Susana Reyes Martínez (Santiago de Cuba, 1951), con toda la familia religiosa del Cabildo de los Musundi de Cuba.

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17.- La gloria eres tú: galería de personajes del Caribe conocidos…

 

Gracias a ese trabajo de la Casa del Caribe conocí personalidades de la talla de un García Márquez, con quien compartimos varias jornadas durante el Festival del Caribe y pude medir su reacción frente a eventos en que se pone a prueba la identidad de lo regional caribeño; del eminente coterráneo mío, José Juan Arrom (Holguín,1910- USA, 2007), cuyo poder de penetración filológica iba más allá de la simple interpretación de los “documentos escritos”; del Venerable José Ferrer Canales (San Juan PR, 1913-2005), que me dispensó su preciado tiempo en los numerosos viajes hechos a su sonoro Borinquen y me regaló visitas al natal Santiago de Cuba de su esposa Hilda y de cuya amistad nunca me sentiré más y mejor honrado; del poeta haitiano Félix Morisseau Leroy (Grand Gosier, 1912-Miami,1998), uno de los primeros en reivindicar la lengua criolla haitiana en sus piezas de poesía y arte dramático… a quien conocí en su residencia de Miami; de las doctoras y amigas “gringas” Ivonne Daniels Pane y Judith Betelheim; del ilustre escritor René Depestre, con quien Cos Causse y yo sostuvimos una fluida relación en tiempos del “salto a la talanquera” suya; del Padre Jean Bertrand Aristide, con quien sostuvimos una amena plática en el Palacio Presidencial donde había sido investido como Presidente en las primeras elecciones libres realizadas en Haití (1991), gracias todo a la providencial intervención del Profesor Electo Silva, que me sirvió de intérprete criolparlante; de los también haitianos y camaradas, la socióloga Susy Castor y su esposo Gerard Pierre-Charles (Haití,1936-2004), a quienes me ha unido una profunda amistad que data de principios de los ochenta; de Jean Casimir y Laennec Hourbone; de Don Ricardo Alegría (Viejo San Juan, 1921-) y su hijo, el finado antropólogo José Francisco Alegría Pons (PR, 1951-1993) y la dominicana Soraya Aracena, con quienes hicimos investigaciones en los campos de caña de azúcar de República Dominicana; Mark Figaroa, Maureen Warner-Lewis, Joe Pereira; Dagoberto Tejada, Marzio Veloz Maggiolo, Fadrique Lizardo; Felix Ojeda, Ricardo Cobián Figeroux (La Habana, 1952), Mayra Montero, (La Habana, 1952), Ana Lidia Vega (Santurce, PR 1946; ), Awilda Palau, Wenceslao Serra (Quebradillas, PR, 1941-), Vicente Rodíguez Nietszche (PR, 1942), Ana María Fabián ; Jean Carew, Joan Rita Vega, Ernesto Rodríguez Call, George Lamming, Alain Yacou, Pedro Henríquez Ribb, Luis Vásquez, los poetas venezolanos Antonio Acosta Màrquez, Wilmer Peraza y Eddy Rafael Pérez, la dra. Magalys Lòpez y el Dr. Andrés Serbin; el inquieto Jesús Chucho García;  la etnóloga Dra. Luz María Martínez Montiel (San Juan de Teotihuacán, 1935-);…el dr. Gonzalo Aguirre Beltrán (Veracruz, 1908-Xalapa, 1996)...

 

En los últimos tiempos nos abocamos a un intercambio académico muy productivo y beneficioso con el profesor Ysamur Flores, a cuya tesis de doctorado tributamos una colaboración con el mayor de los afectos por él y a su familia venezolano-boricua. Igualmente lo hicimos con Nelson P. Valdés y, a través de dos expediciones “tras las raíces del son” y la salsa con el etnomusicólogo Ned Soublette, cuyo último libro Cuba and its Music (Chicago Review Press, 2005) reconoce nuestro modesto aporte al desarrollo de sus importantes tesis. Para mí fue de un alto valor haber podido compartido con él en las dos expediciones hechas con Afropop Worldwide en el programa a las “raíces del son”—una desde la Habana hasta oriente y la otra directamente desde Santiago de Cuba a Guantánamo, Baracoa, Sagua La Grande, Holguín, Bayamo y vuelta a la capital indómita, cuna de los Maceo.

 

Si coloco el nombre de todos los estudiantes a quienes he dirigido sus trabajos de curso, maestrías o doctorados, la lista se haría interminable: la polaca Bogudmila Lisocka- Jaegerman, la alemana Natalia Gotemborg…

 

18.- África y Haití: cambio definitivo de piel.-

 

Yo había intuido qué era África la primera vez que cruzamos la frontera dominicana para adentrarnos en Haití. Poco tiempo es suficiente para mirar por la herida del hombre hasta lo profundo de su corazón. Me ocurrió con ese pueblo, que comparte una isla con otro pueblo hermoso. En las llamas del hounfort de Carrefour donde había llegado, saltó la sombra del animal desalmado que no vio Platón en el fondo de su cueva. Yo sí la vi y fue suficiente. Igual me pasó en Angola cuando, ante el torrente hirviente de tambores que desfilaban en las calles, me sentí pequeño, una criaturita pequeña ante el poder inabarcable de la creación humana. Creo que no hay pueblo que pueda simbolizar mejor ese continente que el haitiano y así he intentado dejarlo ver en los numerosos escritos publicados.

 

En Angola se me desmoronaron todos los valores que me había inculcado el Occidente cristiano, al enfrentarme cara a cara con la muerte, en cada uno y mil rostros posibles. La vida terminó venciendo a su negadora eterna y, al cabo de aquellos años con que iniciamos nuestros estudios del Caribe, vivo convencido que empezamos correctamente por tratar de apresar la historia y la diversidad de pueblos que habitan el Continente Negro. Nuestro encuentro con la identidad caribeña—con ese ser pletórico de capacidad creadora y resolutiva—nos ha dado la razón a la larga; valió la pena dedicar “los mejores años” de nuestras vidas al intento. Muchos de nuestros camaradas quedaron en el camino; es natural. Pero la semilla fue sembrada en tierra fértil y fructificará, como lo hizo en su momento en sus obras y perdurará como enseñanza de vida valedera. Entiéndanse las presentes líneas no como un esfuerzo personal por explicarse a uno mismo, sino por tratar de aprehender las experiencias y de transmitir algunas ideas a las que nos abrazamos con pasión y entrega digna de mejor causa. En definitiva, algo de nuestros pasos fue sembrado con devoción en la calzada y algo retumbará, haya o no relámpagos, desátese o no la lluvia prodigiosa que aventará la cimiente y hará que fructifiquen nuevos árboles en la ladera donde sembramos.

 

19.-“Déme Venezuela en qué servirla, ella tiene en mí un hijo”.

                                                                                                    José Martí

Empecé a conocer a Venezuela a través de dos jóvenes profesoras que presentaron una ponencia en el Taller de Religiones Afrocaribeñas que organicé desde hace más de dos décadas en el marco del Festival del Caribe. El tema me fascinó: lo que denominan el “culto a María Lionza” y ellas me invitaron a visitarlas en Barquisimeto para que lo conociera personal y directamente. Y heme aquí desembarcando en la “ciudad de los crepúsculos” a principios de los noventa, recibido por una de las dos ponentes, la francesa Jeannine, que resultó ser la esposa del actor Alfredo Medina y una muchacha muy delgadita que se enamoró luego de mí, rompiendo el protocolo que debe prevalecer en la relación obligada a los huéspedes que por primera vez visitan casa extraña. Yo venía de Martinica, adonde había asistido a una reunión de Centro de investigaciones de la región y en Lara quedé plantado para siempre, a partir de la situación creada. Cada vez que visitaba el país, sobre todo Barquisimeto, se convirtió en una parada obligada, por razones obvias y luego por la cantidad de amigos que se fueron sumando, entre quienes estaba el poeta Wilmer Peraza, su familia y la familia del Centro de Cultura popular comunitaria “Guachirongo”que Wilmer preside, donde pasamos todo el preludio y amanecimos con el golpe de Estado del 2002, en compañía de camaradas entrañables, incluidos algunos de la Gobernación del Estado Lara.

 

Hasta allí nos trasladamos el investigador y hermano Alexis Ricardo Alarcón (Palma Soriano, 1953-) y mi persona, con el babalosha Héctor Moré (Santa Clara,) para dictar un Taller acerca de la religiosidad popular caribeña, en compañía de su ahijado Ramón—radioaficionado con quien me comunicaba luego a diario a través de la planta que tiene instalada en su apartamento su amigo santiaguero  Napoleón— y en las clases conocimos a un colombiano con quien íbamos a establecer una relación de amistad prolongada: Ciro Nelson Pineda, con quien fui iniciado en Palo Mayombe en su residencia ubicada en Los Naranjos, en las afueras de Guarenas. Justamente, nuestro padrino común no era otro que Vicentón Portuondo, con quien viajaría a Venezuela en ocasiones varias veces al año para promover la participación de venezolanos en el Festival del Caribe y dictar talleres que nos ganaron adeptos en buena parte del territorio nacional.

 

Debo aclarar que estos hechos narrado debo enmendarlos: yo entré por Macuto, adonde me quedaba en casa de la doctora Magalys López, a la sazón perteneciente al Instituto Venezolano cubano que dirige el Dr. Aquiles Alcalá y quienes prestaron siempre una ayuda y colaboración solidaria a cuanto cubano desembarcáramos por Maiquetía, en condiciones de precariedad económica y en aquellos tiempos difíciles en que la mistad con Cuba y nosotros los cubanos de la Isla era bien rara, con toda honestidad lo manifiesto en justicia al sacrificio de estos compañeros que nos socorrieron en aquellas circunstancias. Mi primera actividad académica la dicté en la sede principal de CECODIFEMI, que generosamente me ofreció todo su colaboración desinteresada y donde conocí a mi “primer amor venezolano”, una ardiente mulata que perdió su empleo debido a las tantas llamadas que me hizo a Cuba en desatención de sus obligaciones laborales.

 

También trabajé con José “Cheo” Guzmán, entonces Director de Cultura de la Alcaldía de Caracas, siendo Aritóbulo Istúriz su burgomaestre. Memorable fue el programa “El Templo de los Orishas” que nos permitió traer una de las delegaciones más prominentes de la cultura santiaguera, que incluía—que sepa, la primera vez—los tambores batá, con el Luthiers y magnífico tamborero olubatá Milián Galí Riverí al frente de ellos. Aquí hay que consignar el nombre de Ibrahim Echavarría y de su esposa Maritza, con quien recuerdo aquel evento cada vez que visito el Foco Cultural de la Conga de Los Hoyos, donde ella trabaja, en la célebre esquina de Martí Moncada. Su saludo es invariable: salúdame al Negro Aristóbulo, que tan bien nos atendió en aquella ocasión, y yo cada vez que me encuentro con éste se lo recuerdo. Una pícara anécdota pasa por mi mente: el pintor baracoeso Lawrence Zúñiga Batista me prestó su habitación del hotel chino para atender a uno de mi amor venezolano de ese momento...

 

La solidaridad venezolana con nosotros era proverbial entonces. Yo compartía el apartamento que tenían los Jardines de El Valle la pareja integrada por el poeta barloventeño Antonio Acosta Márquez (San Antonio de Barlovento, 1940-200_) y la actriz Marina Menéndez. Ese era nuestro Cuartel General para la promoción del Festival del Caribe y donde compartíamos la magra ración de alimentos, en razón de la precariedad de las entradas económicas: el poeta era vigilante nocturno de la Alcaldía de Caracas. Cierta vez, por cierto, estuvimos a punto de perecer ambos cuando nos volteamos en el jeep en que viajábamos a San Francisco de Yare, cuyos célebres diablos llevamos e una de las ediciones de la Fiesta del Fuego. Gracias a él y a su solidaridad recorrí barlovento, viví con los negros en los cacaotales y conocía el carácter bello de gente como la de Curiepe y Birongo. Gracias a ellos también conocí a muchos artistas plásticos, escritores y músicos, como los del grupo “Madera” y “Budare y leña”…Por eso promoví su candidatura para el Premio internacional Casa del Caribe, que le fue otorgado durante la 22 edición del Festival, dedicada en aquella ocasión (2002) a las denominadas Antillas Holandesas, Aruba y Suriname.

 

La rueda de la fortuna o el sin retorno

 

Retomo el hilo de esta narración para que se entienda mejor mi posición actual. Uno no elige el sitio donde nace, pero sí dónde va a morir. Y heme aquí que, tras las huellas de Alí Primera—de quien empecé a escribir una biografía en Barquisimeto—fui invitado por el poeta, guionista y animador cultural Simón Petit a formar parte de su equipo de dirección, al asumir él, hace cuatro años, la conducción del Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF), organismo autónomo fundado legalmente en 1976. Fue así como, asediado por la muerte de mis entrañables compañeros de la Casa en una sucesión digna del mejor ensayo de interpretación de eventos como éste, acepté la invitación y me vine a continuar la labor emprendida en Lara y a crear un departamento profesionalmente dedicado a los estudios en el área cultural, al que pusimos por nombre Centro de Investigaciones Socioculturales, del cual soy desde entonces su director.

Es lo que he hecho en compañía de dos asistentes de promotores culturales que me fueron asignados y de una asistente administrativa que ha resultado el ideal de lo que para mí debe ser el personal de apoyo en este tipo de dependencia: callada, laboriosa y muy aplicada los asuntos técnicos, que mayorean como es lógico en él.

 

20.- Parada obligada: stop¡¡ arretez svp¡¡ , que se muere …

 

Imbuido por la experiencia altamente positiva del Atlas Etnográfico de Cuba, en el cual participé recién egresado de la universidad, me di a la tarea de impulsar uno similar en la región, con la suerte de que he encontrado en los mencionados compañeros gran interés y he recibido gran estímulo de Simón, del poeta y pintor Benito Mieses—delegado del Ministro de la Cultura en el Estado—y, muy especialmente del también poeta César Seco, quienes saben muy bien la importancia de una obra de esta clase, pionera por su enfoque y en sus resultados en la historia del país. No menos fuerte han sido la adhesión de gente como el TSU Enzio Provenzano y del propio director del Instituto Cubano de Antropología, el Master Scientarum Jesús Rafael Robayna, quien nos ha visitado en varias ocasiones con la idea siempre estimulante de ver crecer esta obra con la cual—nadie lo dude—no voy a jubilarme, sino que voy a hacer el doctorado más sublime al que puede aspirar un hombre próximo ya a ser sexagenerio: el del deber cumplido y el del agradecimiento a este pueblo venezolano que, desde los noventa, me acogió como uno más de sus hijos.

 

 

 

 

 

 

José Millet (milletjb2007@gmail.com)

Coro, Enero 27.2009.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Comentarios que me han llegado sobre mi texto autobiográfico:

 

Millet:

Hermano, he leído tu hoja, tu hermosa hoja de vida y seguro, ya puedes decir como Pablo "Confieso que he vivido". En todo sentido y en serio, sobretodo en serio. Ya quien se aprecie quisiera haber vivido tanto y tan comprometidamente, tan lleno de actos maravillosos y solidarios como los que tú has vivido, tan convencido del camino elegido, afrontandolo con todo, con aciertos y equívocos, con riesgos y peligros, con belleza y pasión, con entrega y desprendimiento. Te admiro José, como estoy seguro muchos te admiran. Lo importante es que el devenir sea la degustación de esa vida con un trago tan solo parecido a esa sutileza que tiene la verdad y saber que se vino para cumplir. Un abrazo.

P:D: sigue la propuesta de celebrar el cumpleaños en el Oásis, donde la mamá de Argelia y de Humberto, este sábado a las 12 del mediodía que es cuando cantan los gallos mudos.
Reenvíame la hoja de vida, porque al manipular este aparato, accidentalmente, se borró el mensaje. Salud y màs tragos... eso sí, cuidando de los huesos y el alma.

 

(Fdo.) César Seco

Director Casa de la Poesía

Coro, Estado Falcón, Venezuela.-

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Mille, está muy interesante lo que estás escribiendo. Es así hay que contar las buenas historias porque después se pierden las informaciones.

Cuéntame de Josef, ¿está contigo en Venezuela? porque ya es todo un hombre ¿qué estudió?

Rafael Alejandro está en cuarto de Bachillerato y quiere estudiar dirección de cine, estamos en eso, ¿Qué Dios lo bendiga!

Un besote,

Lic. Rita María Pérez

(Santo Domingo, República Dominicana).

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Millet, lo primeo que quiero decirte es que estás viejo con con...Lo segundo, no se como tuviste a ese padre trabajador y a ti no se  te pegó. Lo tercero, está bien escrito, pero como no me gustan las biografías de los vivos, la leí en gesto amable contigo. Cuarto ¿cuándo te vas a hacer hombre?

Un abrazo y la próxima comunicación masiva no me molestaré en leerla. Odio que me pasen comunicaciones masivas, pero es tu costumbre.
 
Yo

 

(Rafael Carralero, México D.F.)

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Formidable¡.

 

No tengo nada que agregar, solo que te conozco mas hoy.
 
Que triste que algunos de los  que mencionas no puedan  saberlo, compartirlo, disfrutarlo. Algunos desaparecidos físicamente, otros quizá no puedan  recibir tus letras que son también un homenaje a ellos.
Que vergüenza, que no haya alguien, que  pueda sentarse a leer eso y comentarlo como merece y con quien merece.
Felicidades. Comparto tu dicha y tu pesar.
Si agrego algo de marti: El amor,  madre,  a la patria , no es el amor ridículo a la tierra......
un abrazo.

 

Dr. Raúl “Ruly” Regalado

Nicaragua.

 

Millet, te prometo lo voy a leer. Lo pasé a mis documentos pero ahora estoy agotado, a pesar de que es feriado hoy aquí estuve haciendo trabajo de edición para la Editora Norma. Ayer estuve bailando con mi mujer en una fiesta de una familia cubana y tuve que levantarme temprano a CUMPLIR CON EL LABURO. Un abrazo porque los amigos no se despiden. El guajiro de Oriente. Me parece que es bueno hacer un  recuento de la vida que hemos vivido. Yo voy para 59 el mes que viene y tu para 60 el 28 de enero. Muchas felicidades para tí y gloria pa Martí. Rita te manda felicitaciones

Rafael Brea López

Santo Domingo, República Dominicana

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hola Tíoloco, mi mama ya leyó el correo sobre ti, le encantó, yo voy a leerlo ahora mismo en cuanto me desconecte. Mami te mandó un mensaje sobre el chat el día de tu cumpleaños con Joseph, respóndelo lo antes posible para que se puedan organizar aquí, ok??

te quierooooooooooooooo cantidad

 

tu sobrihija

Olguita Fernández Mustelier

Hermano eres un genio que envidia………quisiera  poder darte un abrazo ni yo conocía……tantas cosas positivas que has hecho….la verdad te lo llevaste toda la inteligencia de la flia….FELITACIONES Y QUE TENGAS UN FELIZ DIA DE CUMPLEANOS PERO RECUERDAS……..SIN EXCESOS….PARA QUE PUEDAS DISFRUTAR PUES EN VERDAD MERECES PASES UN DIA TRANQUILO Y LLENO DE SORPRESAS AGRADABLES CREO….NO HACE FALTA…..LA BEBIDA O SOLO UN POQUITICO…..SI…..CUIDATE MUCHO…….TU ESCRITO ES UNA EXQUISITES….QUISIERA HABER SACADO UNA MILECIMA DE TU INTELIGENCIA…..TU SABES TODA LA FLIA TE ADMIRA………..BESOS MIL….ALIMENTATE…….MARY   ..LO QUE ESCRIBISTE   ES REALMENTE MARABILLOSO……Y REAL….NO TENGO PALABRAS SOLO TE DIRE GRACIAS  POR EXISTIR SALUD Y ETERNA VIDA HERMANO QUERIDO….FELIZ 28 DE ENERO……

Maricel (mi hermana, por supuesto)

Rancho Boyeros, Ciudad de La Habana.-

MILLET, ME LEI DETALLADAMENTE TU BIOGRAFIA, Y OBVIAMENTE ERES UN CUBANO DE LA CABEZA A LOS `PIES , DEL ALMA A LA VIDA, DE TUS LAGRIMAS AL CORAZÒN, TUVISTE ALGUNAS OMISIONES COMO TU AMISTAD  CON EL NEGRO COS CAUSSE Y ALGUNOS OTROS AMIGOS, ASI COMO TU EXPERICNCIA EN AFRICA, PERO ME RESULTO MUY INTERESANTE, NO COCOCIA ALGUNOS DATOS , COMO LA DEL PADRE DE IVON, TU MILITANCIA COMUNISTA UJC Y EL PROCESO AL PCC, , TE DIGO QUE VOY A SANTIAGO EN MAYO O JUNIO PRINCIPIO Y ME QUEDARE AL FESTIVAL Y AL CARNAVAL, DIME SI TE EMBULLAS, , UN SALUDO TU HERMANO
ANDRES CALDAS
Date: Sun, 25 Jan 2009 18:38:55 -0400

Santiago de los Caballeros, República Dominicana.-

Qué buena biografía¡¡¡¡ , relato , historia… en fin, la leí completa y la comenté con Juan.

Dime desde el domingo te estoy llamando y no me he podido comunicar contigo; ¿cómo esta tu salud?. Todos estamos preocupados por ti: deja las tomaderas, si quieres hacer el doctorado, como dices… Si dejas de beber no te darán mas los  quieres a tu hijo y te amas a ti mismo le dirás NO al licor .Eres un hombre muy inteligente para que caigas en eso. Mira, ya se fueron unos cuantos de tus amigos; no apresures tu partida. Mañana es tu cumpleaños: celébralo notificándonos que no te des un trago de alcohol…. ¿hasta cuándo, hijo?.

Feliz cumpleaños. Le pido a Dios te ayude a retirar esas ataduras; sé un hombre libre, pues mientras bebe, no lo serás.

Tu hermana que te AMA.

Rosa

Barquisimeto, Estado Lara, 27.01.2009

Quieres una BREVE reseña de tu biografía es eso?
HE aquí:
La vida de José Millet no es apenas la historia de un intelectual del Tercer Mundo al uso. No es la trayectoria de lucha de un pensador que como decía León Felipe "comía de la manzana podrida que comieron sus padres y abuelos", ni aceptó convertirse en un escolástico orgánico ni la llamada de sirena económica y cómoda de las Universidades del Mundo Dominante, sino que eligió el duro camino del pensar libre. 
Ha demostrado con su vida que se puede crear un pensamiento autónomo latinoamericano, libre de cortapisas económicas, políticas o de salón de té. Sus orígenes parentales, de los que hace bandera, le convierten en un prototípico híbrido entre un europeo aventurero, escéptico y liberal con una auténtica y desinteresada santera, fruto de los cuales tenemos a un HOMBRE que puede hablarle al Mundo desde sus investigaciones académicas sobre las religiones africanas en América, sin las cuales se hace incomprensible este continente, y al alma de cada lector desde su conocimiento e interacción con los espiritus de los muertos.

Juan Pablo Martín (profesor de la universidad de______)

Brasil

Querido Millet:

Esta muy bien. Estas descargas "epocales" hacen buena catarsis en estos tiempos en que la "angustia existencial" que padecemos "los hijos del caiman y la anaconda", no encuentran otra salida. De eso he estado hablando en estos días, con varios de los antiguos camaradas como el cuate Carralero, el maese Duharte y el exegeta Pequeno 21.

Duharte me habla tambien, del Vuelo del albatros, que no he tenido aun la suerte de leer, y que retoma el testimonio novelado de los años duros, de la decada, que no del quinquenio gris, que nos tocó vivir, todavía crédulos, entre "Quintero y Psstorita"....En este punto, pienso que pudieras extenderte un poco más, para ésta u otra entrega posterior del ensayo.

Yo acabo de concluir la primera lectura del Cuaderno "Dulce Cuba, o La Habana no aguanta más", con similares temas o asuntos,un tanto feeijosianos y siboneyistas, que te enviaré tan pronto esté listo su aparato critico y algunas correciones...

Sigo, hasta nuevo aviso,o lecturas, Un abrazo,

Ariel Jorge James Figarola

(Colombia o España? 28.01.2009)

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